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Chakras


Los chakras o centros de energía se pueden comprender e interpretar desde diversos puntos de vista: el físico, el conductual, el psicológico, el psíquico, el simbólico, el místico, el mítico, el religioso, el astrológico, el matemático, el científico, el evolutivo y el espiritual. No obstante, en todos esos centros hay una dimensión común, un tema universal subyacente, como el hilo en el cual se ha engarzado una ristra de perlas. Los chakras llevan el aspecto microcósmico del universo al interior de la conciencia humana. Al mismo tiempo, hay una percepción macrocósmica que está completamente fuera de la percepción de nuestra conciencia, más allá de nuestra experiencia de la vida en distintas dimensiones, que nos hace plenamente conscientes de la Hermosa Realidad.





En la filosofía tradicional de India, los chakras son definidos como centros de energía sutil o psíquica que nutren y revitalizan nuestra inteligencia, nuestra mente y nuestro cuerpo físico. En el antiguo idioma Sánscrito, chakra significa una rueda de energía-luz. En nuestro cuerpo físico tenemos siete campos de energía o ruedas de luz, con un núcleo que actúa como su eje. Alrededor de este eje giran estructuras que semejan pétalos de energía-luz, los cuales palpitan rítmicamente de manera que todo el chakra parece una flor de loto cuyos pétalos están en constante y armónico movimiento. Esos chakras que semejan lotos y sus tallos centrales, están conectados a la espina dorsal y al sistema nervioso a través de fibras de energía sutil. Los corazones de los chakras son puntos de interacción donde la energía—vital, emocional y mental—fluye de un campo a otro. Esas energías están asociadas con poderes especiales de la conciencia, relacionados con uno u otro de esos campos, como el físico, el emocional y el mental. Según la filosofía del yoga, los ejercicios físicos de movimientos lentos, estiramientos prolongados y patrones específicos de respiración—acompañados  del canto o meditación activa—nutren  plenamente todos los centros de estos campos de energía.




Cada uno de nosotros se encuentra en cierto nivel de evolución en la ascendencia de los chakras, y eso determinará de qué manera y desde qué nivel de madurez subjetiva percibiremos el mundo objetivo. Aquel que está dominado por su segundo chakra o centro de energía, verá el mundo en términos de la complacencia de sus deseos; en el tercer chakra, en términos del disfrute del poder personal; en el cuarto chakra o centro de energía del corazón, en términos de amor y compasión por la humanidad. El grado de evolución del chakra o centro de energía depende en gran medida de las actividades que se desarrollan dentro de nuestro sistema nervioso y del estado condicionado de nuestra conciencia. Por ejemplo: aquel que vibra en un nivel inferior no puede comprender a quien se encuentra en un nivel superior, en un nivel más expansivo de conciencia. Sin embargo, la experiencia de aquel que se encuentra en los niveles superiores y desciende, o quien ha estado antes en planos inferiores y evoluciona, es mucho más amplia. Más importante aún, esa persona ha despertado o activado líneas de circuitos en sus centros de energía para manejar las diversas experiencias de la vida—tanto las esperadas como las inesperadas.